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INSECTOS EN ÁMBAR: ATRAPADOS EN EL TIEMPO

Hace 30.000 años en Hannover (Alemania), un hombre del Paleolítico trabaja un trozo de ámbar practicándole una pequeña perforación. Es la evidencia más antigua de ámbar manipulado por humanos. ¿Podría tratarse de un amuleto?  

29 de octubre de 1998. La nave espacial Discovery está a punto de despegar de Cabo Cañaveral (Florida). A bordo Pedro Duque, el primer astronauta español en atravesar la atmósfera. Viaja con él una pieza de ámbar dominicano. 

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Insectos en ámbar: atrapados en el tiempo

El ámbar ejerce una gran fascinación en la humanidad desde hace milenios. Ya en el Lapidario de Plinio El Viejo (23-75 d.C.) se le atribuyen propiedades curativas, como la capacidad de combatir la locura y la disuria. Pero también se consideraba que podía atraer la buena suerte: los gladiadores romanos llevaban trozos de ámbar cosidos en sus ropas. Pero, ¿qué es el ámbar? La respuesta que nos da la mitología está íntimamente relacionada con su origen divino, ya que se le asocia con las lágrimas de seres superiores. En la actualidad la ciencia, lejos del imaginario mitológico y legendario acerca del ámbar, puede dar otra: se trata de una sustancia orgánica de origen vegetal y composición química muy compleja, producida por un buen número de árboles.  

El desplazamiento por gravedad de la resina sobre los troncos de los árboles posibilita que sean atrapados muchos organismos, tanto voladores como terrestres. Esto permite que no sólo encontremos una gran diversidad de artrópodos conservados en el ámbar, sino que también pueda preservarse su comportamiento: es como si viésemos una imagen de hace millones de años congelada en un trozo de ámbar. 

En la antigüedad se pensaba que cuando los rayos del sol tocaban la superficie del mar se transformaban en ámbar. En la actualidad, investigadores del Instituto Geológico y Minero de España están trabajando en la identificación de los insectos hallados este verano en el yacimiento cretácico de Sant Just (Teruel), ejemplares que acaban de salir de una oscuridad casi eterna… 110 millones de años después de que los rayos del sol los iluminasen por última vez.

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